Enseñar a “ser”, los retos de una nueva educación

Enseñar a “ser”, los retos
de una nueva educación.

Los estudiantes de hoy en día se enfrentan a una gran cantidad de desafíos emocionales que afectan su capacidad para rendir académicamente y alcanzar sus objetivos personales. La presión del éxito, un mundo hiperconectado y hasta la misma presión social ejercida por redes sociales inciden de forma constante en la salud mental de las nuevas generaciones. En este contexto, la formación emocional se ha convertido en una herramienta clave para los colegios que buscan brindar a sus estudiantes una educación integral que aborde no solo sus necesidades académicas, sino también sus necesidades emocionales.

La educación, usualmente, se enfoca en proporcionar a los estudiantes las herramientas académicas necesarias para tener éxito en la vida, pero cada vez es más evidente que esto no es suficiente. Además de los conocimientos teóricos, los estudiantes necesitan desarrollar habilidades emocionales para enfrentar diferentes retos, la formación emocional es clave para ayudarlos a desarrollarlas.

Este modelo de formación es un proceso que implica enseñar a los estudiantes cómo identificar y regular sus emociones, cómo comunicarse de manera efectiva y cómo relacionarse con los demás. Los estudiantes que reciben formación emocional son más propensos a tener éxito académico y en la vida, ya que están mejor equipados para enfrentar los retos que se les presentan.

Algunas de las habilidades más importantes
para formarlos emocionalmente incluyen:

Empatía

La habilidad de ponerse en el lugar del otro y entender sus sentimientos y perspectivas es esencial para formar una conexión emocional, ayuda a gestionar emociones, fomenta la tolerancia y reduce el conflicto.

Comunicación Efectiva

La habilidad de comunicarse claramente y eficazmente, escuchando activamente y respondiendo de manera apropiada. Esta habilidad es clave para aumentar la productividad, fomentar confianza y cimentar relaciones.

Paciencia

Factor clave para gestionar emociones y reacciones en situaciones estresantes o frustrantes, ayuda a tomar decisiones sabias, reduce el estrés, mejora las relaciones interpersonales y fomenta la perseverancia.

Autoconocimiento

La habilidad de conocer y gestionar sus propias emociones es esencial para ayudar a los estudiantes a gestionarse por sí mismos.

Resiliencia

La capacidad de recuperarse de situaciones difíciles y afrontar desafíos emocionales.

Autoestima

Desarrollar una imagen positiva de sí mismos y a valorar sus propias fortalezas.

No se trata simplemente de enseñar habilidades emocionales a los estudiantes, también implica crear un entorno seguro y positivo en el que los estudiantes puedan aprender y crecer emocionalmente. Esto significa que los docentes y el personal escolar deben ser conscientes de cómo sus acciones afectan a los estudiantes, y deben ser capaces de ofrecer un apoyo efectivo cuando sea necesario.

La formación emocional es un desafío para muchas instituciones educativas. A menudo, los docentes no tienen las bases necesaria para enseñar habilidades emocionales a sus estudiantes, lo que puede llevar a una falta de interés o de compromiso por parte de los mismos, además, hay una falta de recursos y materiales para ayudar a los docentes a enseñar este tipo de habilidades de forma efectiva.

Otro desafío es el estigma asociado a la educación emocional. A menudo se piensa que esta educación es una actividad «blanda» o «innecesaria», lo que puede llevar a que se la considere una pérdida de tiempo. En realidad, la educación emocional es una parte vital de la educación integral de los estudiantes y puede tener un impacto significativo en su rendimiento académico y en su vida personal.

Además, la formación emocional debe ser inclusiva y adaptada a las necesidades de cada estudiante. No todos tienen las mismas necesidades, y es importante que las instituciones educativas reconozcan y aborden estas diferencias para asegurarse de que todos los estudiantes estén recibiendo la ayuda que necesitan. Por último, la falta de tiempo también puede ser un obstáculo para la formación emocional.

Los profesores y el personal escolar ya tienen una carga de trabajo pesada, y agregar esta tarea a su lista de pendientes puede ser difícil. Además, la falta de financiamiento puede impedir que los colegios proporcionen recursos adecuados. A pesar de estos desafíos, hay muchas formas en que las instituciones educativas pueden trabajar para proporcionar formación emocional a sus estudiantes, una de las formas más efectivas es incorporarla en el currículo, con clases dedicadas específicamente a enseñar habilidades emocionales.

Esto puede ser especialmente efectivo en colegios donde los estudiantes están lidiando con situaciones emocionales difíciles, como la pérdida de un ser querido o el acoso escolar. Otra forma de abordar la formación emocional es a través de la capacitación continua para los docentes. Esto les permite estar mejor preparados para enseñarla a sus estudiantes y también les ayuda a desarrollarla para sí mismos.

Los docentes que están más seguros en su propia capacidad emocional son más efectivos en la enseñanza de habilidades emocionales a sus estudiantes. Los estudiantes que tienen una formación emocional sólida son más capaces de regular sus emociones, resolver conflictos de manera efectiva y establecer relaciones positivas con sus compañeros y profesores.

Esto les permite sentirse más seguros de sí mismos y más comprometidos con su educación. Además, la formación emocional puede tener un impacto directo en el rendimiento académico de los estudiantes, están mejor equipados para manejar el estrés y la ansiedad asociados con el trabajo escolar, lo que puede mejorar su rendimiento en los exámenes y las tareas. También son más propensos a mantener una actitud positiva hacia el aprendizaje y manejar situaciones estresantes en su vida personal.

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